viernes, 8 de febrero de 2013

Con el sol



A Martín, infante luz de mis días.


Con el sol marcha la luz
recogiendo retales de algodón.
Se aleja puntiaguda, forma un ángulo,
y deja atrás el pasillo. Vacío.
Llega a ser tan cegadora
que ahora, cuando el oscuro,
todo se revela aún más oscuro,
y se crea un ambiente sordo, denso.
Desde mi posición observo todo,
las formas iguales de los objetos
que parecen más quietos que nunca;
inertes, desangelados.

Con el sol vuelve la luz,
atraviesa cortinas y paredes,
aumenta la voz del aire.
Es seda que acaricia mi cara.
---

Saludos con el viento.


9 comentarios:

Amando García Nuño dijo...

vuelve la luz, resucita los objetos inertes,
vuelve tu poesía a este pasillo,
aumenta la voz del aire, es seda que nos acaricia
Abrazos, amiga.

María Blázquez dijo...

Qué precioso, querido amigo. Gracias.
Mi suerte es pasear con vosotros por este pasillo que es vuestra casa.

Abrazos.

Marinel dijo...

La luz es como un sinónimo de vida,por mucho que ésta a veces no sea todo lo plácida que debiera,con luz nos parece que el entorno es más y mejor.
Bonito poema.
Besos.

El conocimiento es un amigo mortal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El conocimiento es un amigo mortal dijo...

Basta con leerte para saber a ciencia cierta cuánto has amado. Expandes en torno a ti un aire de transfiguración, una cierta divinización que se perpetuará durante toda tu vida. Es como una concordia entre las cosas, que, sin ella, parecerían contradictorias. El amor a un padre y el amor a un hijo. La que ama así, al mismo tiempo es más joven y más vieja que de ordinario; es una mujer, y, a pesar de todo, una muchacha, sí, casi una niña, es fuerte y, sin embargo, es débil...
Efectivamente: esos sentimientos que transmites en el poema son de los más reveladores que existen. Ese rostro a quien brillan los ojos, que miran la vida positivamente, que se alimenta de esperanzas, que irradia esa luz, es la de una persona que se ha atrevido a creer en el amor - a un padre, a un hijo, a un hombre, a una idea, a una tarea -. Admiro tu integridad espiritual, María.


Contigo.

El conocimiento es un amigo mortal dijo...

Excelente.

Al verdadero poeta se le reconoce porque sólo le sirve la moneda que él mismo ha acuñado... Los demás, en cambio, hacen todas sus transacciones con la calderilla de sus antecesores...


María Blázquez dijo...

Es cierto, Juan. Somos viejos y niños a la vez; soy fuerte dentro de mi debilidad... o, quizá, al revés.

Gracias, Juan, al leer muchos de tus comentarios, se hace difícil creer que algún día pueda estar a la altura de tu concepto sobre mí.

Un fuerte abrazo.

María Blázquez dijo...

Gracias, Marinel. Siempre dejas un halo de dulzura en tus visitas.
Un abrazo.

María Blázquez dijo...

Este poema lo "acuñé" hace cuatro años y, tienes razón, no está inspirado en algo que leyera, sino en lo que los ojos del alma vieron (vieron más allá, es la forma de ver del alma) en un determinado momento; si lo evoco, vuelvo a ver ese pasillo vacío, silencioso y oscuro...

Abrazo.

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